Cuando se asomó, la habitación estaba a oscuras y no se escuchaba nada. El móvil sonó como si hubiese recibido una llamada. Iban a dar las dos de la noche, y justo iba a alcanzar la manecilla más larga el 12 en la esfera cuando las dos comenzaron a retroceder hasta marcar las 10 en punto. La puerta se abrió y Ebenezer se vió a sí mismo de nuevo, haciendo aquello que hizo esa noche. Extrañado de que no reaccionara ante su propia presencia, quiso tocarlo para ver si era real, pero tan pronto posó sus dedos sobre su doble cuando esa silueta reaccionó y giró su cabeza. Cuando vio al Ebenezer real, sonrió y su atuendo se convirtió en uno propio de un caballero del s.XIX con tonalidades rojas y blancas.
Ah, Scrooge. No te preocupes. Soy tu espíritu navideño. Personalmente, estoy bastante mosqueado contigo. Supongo que sabrás por qué, ¿verdad? El tiempo es valioso y no tengo mucho, así que vamos al grano. Ven conmigo, quiero mostrarte lo que te perdiste y lo que te perderás mañana como sigas con esa actitud. Vamos, no me mires así. ¿Acaso no te fías ni de ti mismo?
Ebenezer no dijo una sola palabra, y como si no tuviese voluntad alguna, siguió a su propio espíritu por el pasillo hasta el salón, donde salían muchas risas y gran júbilo. Ambos vieron desde la entrada de aquella sala cómo 4 personas se estaban dando un festín con la televisión emitiendo música de décadas anteriores.
Pero comed más - dijo una mujer entrada en carnes. Era la madre de Scrooge, Miracle.- Preparé esto para Ebenezer, pero en vista de su comportamiento, que le den. Nos lo comeremos nosotros.
Después de las perlas que soltó, más le vale pedir disculpas o hacer la maleta, porque yo no pienso tolerar más salidas de tono así - exclamó con cierta rabia el hombre canoso que era su padre, Victor Scrooge.
Me sorprende que Ebenezer se pusiera así. Normalmente soy yo quien se pone así - manifestó Marvel, la hermana del joven.
Yo solamente se lo dije por su bien. No quiero verle mal, quiero verle feliz, y que tenga que soportar tales cosas... - lamentó Josephine, la abuela de Ebenezer Scrooge.
No le hagas caso - replicó Miracle.- Es un amargado. Ya está.
Creo que os habéis pasado - expuso Marvel.- Le estabais machacando con que tiene que sentar la cabeza y tal…
¡Es lo que debe hacer! Yo a su edad ya estaba casado, tenía un hogar, un trabajo y hasta un niño.- declaró Victor.
¿Y? - protestó Marvel.- Dejale, el sabe lo que hace.
En fin, pasad del tema y disfrutemos de la Nochebuena.- propuso Miracle, prediciendo otra posible discusión.
Los comensales se deleitaron con las viandas. Caldo con huevo duro triturado, solomillo con patatas, fritos variados, ensalada, ensaladilla rusa, huevos rellenos… Viendo que la velada se iba a hacer larga, el espíritu chasqueó los dedos y los invitados empezaron a moverse rápidamente, como si se avanzara en un video. Scrooge vio cómo de los platos pasaron a las cartas, al parchís y a otros juegos de mesa, en la que se podía ver que se lo estaban pasando bomba. Los juegos dieron paso a la apertura de regalos, quedando uno apartado del resto, que se abrieron con la velocidad que produce la ilusión,y aunque los regalos eran pocos y modestos, las muestras de afecto demostraron una enorme gratitud. Así fue hasta que, al final, cada mochuelo se fue a su olivo y el salón se tintó con la oscuridad de la noche.
Scrooge lo observó detenidamente y la envidia comenzó a carcomerle por dentro. Los ricos platos le daban mil vueltas a su soso sandwich, y el propio ambiente resultaba más interesante que su visionado de redes sociales.
Bien, visto lo que pasó esta noche, veamos qué pasará mañana, pero ya te aviso que es un trailer, y yo no soy el Fantasma de las Navidades Futuras.- dijo el espíritu entre carcajadas.
El salón volvió a iluminarse con la luz del sol, y con la misma velocidad que antes, la mesa volvió a colmarse de comida. Volvieron esta vez su abuela Josephine y parte de sus tíos y primos a saludar e intercambiar detalles y regalos mientras se generaba un divertido murmullo de conversaciones que iban desde videojuegos hasta política. Nadie parecía preocuparse por donde estaba Ebenezer.
¿Lo ves, espíritu? - exclamó el joven con cierta melancolía en su voz.- Nadie pregunta por mí. Nadie parece inmutarse de que ni siquiera estoy ahí.
¿Y acaso has contribuido a que la gente note tu falta? - respondió el fantasma con tono inquisidor.- No, en su defecto has aumentado el hecho de que deseen olvidarse de que existes, ya que no haces más que quejarte. No aportas nada, Ebenezer, y eso se ve en el presente y, si no cambias, condicionará tu futuro.
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