El
sol apenas es visible, la luz se ha perdido junto con la felicidad y
la alegría de los habitantes de una ciudad, en una época
aparentemente post-apocalíptica. La humanidad ha perdido la alegría,
la imaginación, y en consecuencia… la capacidad de soñar.
En
una lejana y oculta plataforma, cercana a esta ciudad, se esconde un
malvado científico que intenta retrasar su vejez acelerada robando
los sueños de los niños.
Año
1995, llegaba a la cartelera de todo el mundo: La ciudad de los niños
perdidos; una producción francesa-española-alemana, que, si bien
contaba con un elevado presupuesto y un reparto muy acertado con
caras muy conocidas, pasó con mas pena que gloria por los cines de
todo el mundo. Como suele ocurrir, muy revalorada años después.
Para
los y las amantes del SteamPunk, esta película es una obra maestra,
pero vista a través de un “espejo oscuro”. Los elementos
visuales que se utilizan en el filme han sido fuente de inspiración
para muchos juegos y otras películas del género, sin embargo, es
una especie de cuento infantil macabro y triste, contado desde el
punto de vista de un niño para que lo escuchen los adultos. Vamos
con las cosas buenas: el vestuario como punto de partida, sin lugar a
dudas. Los famosos “cíclopes” como bien los llaman en la
película, cuentan con una serie de prótesis ricas en engranajes y
elementos propios del SteamPunk. Los escenarios en los que se mueven
los personajes también son dignos de admiración; imaginemos una
ciudad que se ha construido a raíz de la combinación de restos de
barcos, submarinos, aviones, dirigibles, y todo tipo de maquinaria,
sobre una base de tierra junto al mar. Podemos ver a los personajes
correr por una calle para desaparecer por una escotilla aparecida de
la nada.
Pero
el punto fuerte de esta película sin duda es la plataforma. Un
escenario repleto de luces y destellos metálicos. El laboratorio,
con sus remaches y turbinas, sus escapes de vapor y sus tuberías
ruidosas, convierten a este espacio en un personaje más de la
película.
Lo
malo: como siempre nos gusta advertir, esta película puede herir la
sensibilidad de muchas personas, tanto de adultos como de niños, ya
que algunas de sus escenas incluyen a niños muy pequeños, de edad
comprendida entre los 0 y los 3 años, que lloran de miedo. Dos de
estas escenas fueron duramente criticadas, ya que, aún con el
consentimiento paterno, bien podría haberse hablado de maltrato
infantil. El redactor de esta reseña admite que dichas escenas son
censurables en la película.
Lo
bueno: fuente de inspiración y punto de partida muy importante para
la evolución del género de rol y de aventuras. Sin ir mas lejos, un
género de videojuegos que estaba muy olvidado hasta esa fecha, como
es Aventura gráfica, vio en esta película una oportunidad excelente
para renacer. Y es que la película cuenta con un videojuego
excepcional, para PSX y PC, totalmente en castellano, en el que nos
ponemos en la piel de la protagonista, y jugamos una especie de
“versión extendida” de la misma, completando de forma magistral
el guion con escenas y metraje nuevo en el juego. Un juego muy
recomendable para aquellos jugadores que disfruten con los
rompecabezas, parar cinco minutos y pensar que decisión tomar o cual
camino seguir. Una banda sonora que acompaña magistralmente cada
escena de la película, y como broche final, una subtrama psicológica
que seguro no deja indiferente a nadie.
Le
vamos a dar una nota de un 7. Aunque no es muy alta, esta película
tuvo mucho en contra; llegar en una época que no aceptaba demasiado
el género SteamPunk, el exceso de imaginación la hace a veces
difícil de seguir, demasiado oscura para ser un “cuento” visto
desde otro punto de vista, y seguramente, al ser tan variada, no
podemos catalogarla ni como película juvenil ni como adulta.
Sencillamente, es una película de ciencia ficción-fantasía-terror
con su toque de drama.
Una
reseña de: Javier Martínez.
El
Archivo de Coruscant - podcast
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